Conjuratorios

Estos singulares elementos, tuvieron como finalidad conjurar los nublados para evitar que se produjera cualquier daño en la población, tarea que era realizada por los clérigos de la localidad, siguiendo un ritual escrito en libros propios para tal acto.

Que fue un ritual normal lo demuestra la circunstancia de que el término aparezca definido en 1611, en el Diccionario de Covarrubias: “Conjurar: Significa algunas vezes exorcisar. Conjurar nublados y demonios. Esto se deve hazer conforme al manual, y no en otra manera”

Que los clérigos de San Vicente llevaban a cabo estos ritos, queda claro en el testimonio del 9 de diciembre de 1742 cuando acordaron hacer un pórtico nuevo en la Iglesia, al que consideraron de gran utilidad para los días de “…tempestades…”, como un lugar cubierto cuando los clérigos “…se hallan conjurando…”

Parece que por el emplazamiento de la iglesia era frecuente que se viera afectada por grandes tormentas y esta debió ser la razón de la construcción de los conjuratorios. En el pórtico de entrada a la Iglesia se conservaban dos inscripciones en clara alusión a estos desastres y que reproducimos aquí ya que se encuentran parcialmente borrados por el paso del tiempo.

La situada a la izquierda dice: “En 9 de agosto de 1629 años cayo un rayo en la torre de esta Yglesia y mato dos hombres que tanian las canpanas y las centellas que bajaron por la torre mataron al cura (¿R…?) Martinez y otro hombre, quedando muchas personas sin sentido, y ese mesmo dia (…) parecio otro hombre (…) muera, termino de la villa (…) la caveça (…), en cuyas memorias se voto guardar fiesta el dia de San Roman con fundacion y aniversario perpetuo por las animas del purgatorio. E tempesa e liberamos domini. Amen”.

En el lado de la derecha la inscripción está muy perdida, pero debió poner: “El primero de junio de 1739 y a la hora de las diez de la noche, cayo un rayo en la puerta de esta Yglesia, cuya llama se dejo ver de cuatro sacerdotes que estaban jurando y de mas de 50 seglares, que aunque (hubo) algunos heridos y sin sentido, quedaron libres por la intercesion del glorioso martir San Pelayo, estando expuestas sus sagradas reliquias e imagen y en memoria de tan alto prodigio, decreto el ilustre cabildo una misa a nuestro protector y copatrono el 1 de junio de cada año. A fulfure et tempestate, liberanos domini. Amen”. A estos dos testimonios hay que sumar la carta que desde el cabildo de Haro se envió al de San Vicente, el 22 de junio de 1717, manifestando su pesar por “…una o mas centellas…” que habían caído el 18 de junio del citado año causando “…considerable estrago…” en su Iglesia.

A finales del XVII se debieron rehacer junto con el muro que bordea la iglesia y aunque hoy se encuentran sin puertas ni ventanas parece que las tuvieron.

The ‘conjuratorios’

These singular stands were intended to ‘conjurar’ (to ward off) storm clouds to prevent any damage to the settlement. This task was carried out by the local clerics, following a ritual written in books expressly devoted to such acts.
 
That it was a common ritual is demonstrated by the fact that the term appears defined in the ‘Covarrubias Dictionary’ (1611): "’Conjurar’: it means sometimes to exorcise. To ward off clouds and demons. This must be done according to the manual, and not in any other way".
 
That the clerics of San Vicente carried out these rites is clear following a testimony of 9 December 1742, when they agreed to make a new portico in the church, which they considered very useful for warding off stormy days.
 
It seems that the elevated location of the church was often struck by major storms and this may have been the reason for the construction of the ‘conjuratorios’. In the portico of the Church, two partially eroded inscriptions clearly allude to these disasters.
 
The inscription on the left says: "On 9th August 1629, lightning struck the tower of this church and killed two men who were ringing the bells and the sparks that went down the tower killed the priest (R…?) Martinez and another man, leaving many people without sense, and that same day (...) another man died…"
 
The inscription on the right reads: "On 1st June 1739, at ten o'clock at night, lightning struck the door of this church, whose flame was seen by four priests who were warding off and by more than 50 seculars, which despite some being wounded and losing sense, remained safe thanks to the intercession of the glorious martyr San Pelayo…”
 
To these two testimonies we must add the letter sent by the nearby Town Council of Haro to that of San Vicente on 22nd June 1717, expressing its sorrow for "...one or more sparks..." that had fallen the 18th June wreaking "...considerable havoc..." to the church.
 
At the end of the 17th century, the ‘conjuratorios’ had to be rebuilt together with the wall that lines the church, and although today they show no doors or windows, they seem to have had them in the past.
    

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